Producción del vino en Florentino Martínez
Recepción de la uva
El primer paso para la elaboración del vino en la bodega, despúes de la cosecha, es la recepción de las uvas, en este caso tintas, a través de una tolva de acero inoxidable. Este es un momento clave en el proceso de vinificación, donde la cosecha es descargada y preparada para su posterior transformación.
Las uvas llegan mezcladas con algunos tallos y hojas, ya que aún no han pasado por el proceso de despalillado. En el centro de la tolva se encuentra un cilindro metálico, es parte del mecanismo de transporte hacia la siguiente etapa, el estrujado de la uva.
Este paso es fundamental para garantizar que la fruta sea tratada adecuadamente antes de la fermentación, contribuyendo a la calidad del vino final.



Despalillado y estrujamiento de la uva
La maquinaria se encarga del proceso de despalillado y estrujamiento de la uva dentro de la bodega. Este equipo cumple una doble función: primero, separa los tallos de los granos de uva, evitando que aporten sabores herbáceos o amargos al vino; luego, rompe suavemente las uvas para liberar el mosto, el líquido fundamental para la fermentación.
Se pueden ver los rodillos y cuchillas del mecanismo, que están en contacto con restos de uva y hojas, mostrando que el proceso está en marcha. También se aprecia el jugo de uva esparcido en la estructura, reflejando la transformación del fruto desde su forma inicial hasta el estado óptimo para continuar con la vinificación.
Este paso es clave porque influye en la extracción de compuestos esenciales, como los taninos y los aromas, que definirán el perfil del vino final.

Fermentación del mosto
En la imagen se observa el mosto en pleno proceso de fermentación dentro de un recipiente metálico. Su color oscuro y la presencia de burbujas en la superficie indican la actividad de las levaduras, que están transformando los azúcares en alcohol y generando los compuestos que definirán el carácter del vino.
Este fenómeno es clave en la vinificación, pues durante la fermentación se liberan aromas y sabores, además de otros elementos como el dióxido de carbono, que se manifiesta en la efervescencia del líquido. El recipiente metálico ayuda a controlar la temperatura y la higiene del proceso, asegurando una fermentación estable y eficiente.
Este paso marca el inicio de la evolución del vino, influenciando su estructura y calidad final.



Fermentación en depósitos de acero inoxidable
La imagen muestra una serie de depósitos de acero inoxidable en la bodega, diseñados para la fermentación del vino. Son estructuras cilíndricas de gran tamaño, equipadas con válvulas y tuberías que facilitan el control del proceso.
La plataforma metálica superior permite el acceso a la parte superior de los contenedores, un detalle común en bodegas que trabajan con fermentación controlada.
Estos depósitos de acero inoxidable son esenciales para mantener la temperatura estable y la higiene, asegurando que la fermentación ocurra en condiciones óptimas. Gracias a estos sistemas, los enólogos pueden gestionar el proceso con precisión, obteniendo vinos con perfiles bien definidos.

Crianza en barrica
El vino que se va a criar se almacena en barricas de madera organizadas en estanterías metálicas, un claro reflejo del proceso de crianza del vino. Las barricas están apiladas en filas y columnas, lo que permite un almacenamiento eficiente y controlado del vino mientras envejece y adquiere complejidad.
Las barricas tienen un tono marrón claro con vetas naturales en la madera, lo que indica que están hechas de roble, un material clave en la crianza del vino, ya que aporta aromas y sabores como vainilla, especias y tostados.
Este método de crianza influye en la evolución del vino, permitiendo una microoxigenación que suaviza los taninos y mejora su textura. Además, el tiempo que el vino pasa en barrica puede definir su perfil sensorial y su calidad final.
Estos vinos, para ser Crianza, pueden pasar desde 6 meses en barrica para blancos y claretes o 12 meses para tintos, hasta más de 60 meses de envejecimiento en barrica, como es el caso de los Gran Reserva



Embotellado del vino
El vino, tanto tinto, blanco o clarete, pasa por el proceso de embotellado mediante una línea de producción especializada. En la línea de embotellado, además de los empleados, trabajan varias máquinas que intervienen en este paso crucial, donde el vino es trasladado desde los depósitos de fermentación hasta las botellas.
En el centro de la imagen, una máquina con boquillas de llenado es la encargada de distribuir el vino en las botellas de manera precisa. A la izquierda, hay un panel de control con botones y una pantalla digital, indicando que el proceso es monitoreado para asegurar calidad y eficiencia. A la derecha, una cinta transportadora mueve las botellas a través de las distintas etapas de embotellado, desde el llenado hasta el cierre con corcho o tapa.
El embotellado es una fase esencial en la vinificación, ya que preserva el vino y lo prepara para su distribución y consumo. La tecnología utilizada en este proceso garantiza que el producto mantenga sus propiedades y llegue al mercado en óptimas condiciones.
